Bruselas vuelve a poner en marcha un procedimiento infractor a Italia

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La Comisión tiende la mano a Roma, que evita la confrontación directa en su primera respuesta, y deja la decisión en manos de los países miembros

Ya no hay excusas: ni el ciclo económico, ni la amenaza terrorista, ni la necesidad de evitar riesgos hidrológicos. Italia se zafó en el último lustro de la apertura de un expediente para entrar en el brazo correctivo de la UE. Pero el documento que el Colegio de Comisarios hoy tenía sobre la mesa, avanzado por EL PAÍS, era claro: «El informe concluiye que un procedimiento de déficit excesivo basado en la deuda está justificado». El Ejecutivo comunitario mandará esa recomendación al Consejo de la UE, que en última instancia deberá pronunciarse con los países del norte ya escarmentados por no haber atado corto a Roma el pasado diciembre. Aun así, el comisario Pierre Moscovici tendió de nuevo la mano al Ejecutivo de Giuseppe Conte: «Mi puerta está abierta». Y desde Roma, de momento, se ha evitado la confrontación directa.

El informe que han examinado este miércoles los 28 comisarios es demoledor con Italia, que acumula la segunda deuda más voluminosa de la UE y «una de las mayores del mundo». Y como acertó a señalar el vicepresidente de la Comisión, Valdis Dombrovskis, los planes presupuestarios han contribuido a ese bola de nieve por la que la deuda no hace sino retroalimentarse.»Italia paga por su deuda lo mismo que por todo su sistema educativo», ilustró el vicepresidente. Hoy cada italiano carga con 38.400 euros de la deuda de su país y otros 1.000 euros por los elevados intereses a los que se ve obligado a financiarse el Ejecutivo de Giuseppe Conte.

Poco han servido las alegaciones que ha mandado a Bruselas el ministro de Finanzas italiano, Giovanni Tria, después de que se filtrase un borrador de su carta y provocase la enésima guerra interna en el Ejecutivo que conforman la Liga y el Movimiento 5  Estrellas (M5S). Con una economía prácticamente estancada, una deuda que equivale al 132,2% del Producto Interior Bruto (PIB) y un déficit que podría volar hasta el 3,5% el año que viene, Bruselas ha decidido mandar esa carpeta al Comité Económico y Financiero, que reúne a los representantes de los países miembros. Estos tienen dos semanas para elaborar un informe que pasará al Consejo de la UE, probablemente en julio. El gobierno de Conte, pues, todavía tiene tiempo para rectificar. «Es posible encontrar un camino para la recuperación de Italia», consideró Dombrovskis, quien no obstante recordó que ello requiere «un esfuerzo renovado» y «no gastar» ni no hay espacio fiscal para ello.

En la anterior ocasión que el expediente italiano llegó a la mesa de los ministros de Finanzas, estos decidieron cerrar todos filas en torno al Ejecutivo comunitario. «Los países miembros hicieron una evaluación y dijeron que dialogáramos y buscáramos una corrección de la trayectoria presupuestaria de Italia», contó Dombrovskis. Casi fuera de plazo, Bruselas y Roma acalzaron un acuerdo que no gustó a ninguna de ambas partes. El gobierno de la Lega y el M5S rebasaría los límites del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, pero a cambio el déficit planeado sería 10.000 millones inferior al ideado inicialmente.

Italia evita la confrontación directa

El Ejecutivo italiano ha reaccionado de forma inesperadamente templada al anuncio de Bruselas y ha atribuido la culpa de la enorme deuda acumulada a la administración que le precedió. La resistencia  se ha manifestado más claramente en la reforma de la ley de pensiones, que le vicepresidente Luigi Di Maio ha asegurado que no se tocará, como señala Bruselas. Pero en un momento de extrema fragilidad para el Gobierno, su primer ministro, Giuseppe Conte, ha asegurado que hará «todo lo posible» para evitar la una sanción muy «perjudicial» para el país. En su rueda de prensa del lunes ya aseguró que «hasta que las reglas de la UE sigan siendo las mismas, habrá que respetarlas». Además, pidió que sus dos vicepresidentes, Matteo Salvini y Luigi Di Maio, dejen a su ministro de Economía, Giovanni Tria, y a él el peso de la negociación.

Salvini, el más beligerante de las tres cabezas visibles del Ejecutivo, quien más poder acumula tras la victoria en las elecciones europeas, emitió una declaración en la que también eludió el choque frontal. Los mercados y una prima de riesgo amenazante han contribuido a cierta moderación. «La única manera de reducir la deuda creada en el pasado es bajar los impuestos (tarifa plana de IRPF) y permitir trabajar a los italianos más y mejor. Con recortes, sanciones y austeridad, han crecido la deuda, la pobreza y el paro. Queremos hacer lo contrario. No pedimos dinero a los demás, sino invertir en crecimiento, investigación e infraestructuras. Seguro que Bruselas respetará esta voluntad». El problema ahora es lo que quieran respetar el resto de países.

El acuerdo de la última vez fue visto con recelos por los países nórdicos, en especial por Holanda. Su ministro de Finanzas, Wopke Hoekstra, incluso cuestionó el papel de la Comisión en el seno del Eurogrupo. Este miércoles, sin embargo, más que agarrarse a cualquier norma o mandato comunitario prefirió seguir la doctrina de Edith Piaf: «Je ne regrette rien». Aun así, fuentes diplomáticas explicaron que ahora Italia lo tendrá mucho más complicado para convencer a sus socios para volver a sortear el procedimiento de déficit excesivo. En especial a los del norte de la UE, férreos defensores de la disciplina fiscal. Y ello ocurre justo en un momento en el que los jefes de Estado y de gobierno deben sacar adelante la renovación de los principales cargos comunitarios.

«Lo que le pasa a un país de la eurozona afecta a los demás», apuntó Dombrovskis. Bruselas recordó que esas crisis pueden «amplificarse» y afectar a otros países: el temido efecto contagio, ya observado en varias ocasiones. De hecho, según avanzó Reuters, el Fondo Monetario Internacional (FMI) sitúa a la deuda italiana como el mayor riesgo para la zona euro en su informe anual, que se presentará la semana que viene. Nada de eso ocurrió este miércoles. Los mercados italianos, pese las llamadas a la calma de Moscovici a los inversores, castigaron la deuda italiana, se encareció y llegó a tener un rendimiento del 2,63%. En cambio, España, que salió del brazo correctivo de la UE, vio cómo su bono a 10 años bajaba hasta mínimos históricos, con un rendimiento del 0,63%.

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